Mazda CX-9, prueba de manejo

Pruebas | Fernando Guido | 02/08/2017 | Compartir

Un vehículo con características premium que muestra lo mejor de la marca, haciendo una gran conjunción de diseño, calidad, equipamiento y confiabilidad.

Probablemente el CX-9 sea el modelo que mejor defina a la Mazda actual. Porque conjuga un poco de todo lo mejor de ella. Tal vez en otros modelos no encontramos la completitud que sí vemos en este que nos encontramos probando, y no sólo por ser una gama alta dentro de la casa japonesa, sino porque es un producto que “preciso”.

Y lo anterior no es casual. Cuando uno se acerca a esta camioneta se encuentra con un diseño realmente atractivo y moderno, con características que le dan personalidad y sin alejarse de las tendencias de diseño de la industria. El vehículo conjuga como pocos el diseño crossover, logrando un efecto que se materializa en una perfecta combinación de una sedán con una SUV.

Pero esto no queda sólo en su estética, sino que ingresa a su interior y también a su conducción. Justamente lo más interesante de este vehículo es que entiende como pocos ese esquema híbrido de no ser más una cosa que otra.

Por fuera: Este diseño marca la diferencia en su parte delantera. Si bien no escapa a el frontal tipo “babero” que ya incorporan otras marcas, en este caso su prominencia tipo “barco” le dan una notoriedad especial.  Luego, en su línea lateral, no encontramos con un auto con un despeje similar al de un sedán y eso le da una mejor estética, más deportiva. Probablemente la parte posterior sea la menos innovadora -aunque moderna- y se remata con un gran portón.

Pero lo que más representa por fuera a este auto es su expresión deportiva.

Por dentro: Sigue la línea que utiliza el Mazda6 y, a mi juicio, es un acierto. Porque el torpedo central es de grandes dimensiones y elevado, dando una sensación premium y de cockpit de avión. Esto representa un gran avance para las líneas que traía la marca hasta hace algún tiempo donde veíamos un cierto retraso en sus diseños de algunos interiores.

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Los adornos de aluminio en diferentes acabados satinados y pulidos dan imagen de calidad y un contexto premium y mejoran el aspecto exclusivo sin distracciones. Hay un mínimo de botones y controles en la consola central y el tablero central, y el tablero superior parece apoyarse en una viga de aluminio horizontal que le da una gran sensación de solidez.

El espacio de almacenamiento abunda, con varios compartimientos cubiertos útiles y una bandeja abierta debajo de la consola central que es muy útil. La pantalla de navegación -de 8 pulgadas- está unida a la parte superior del tablero de instrumentos, en la línea de visión del conductor. El panel de instrumentos está compuesto por tres secciones redondas que albergan un velocímetro analógico, un tacómetro y un sistema de información del conductor digital.

En general todo el interior se destaca por buenas calidades y terminaciones, con butacas de cuero y altavoces Bose de buena fidelidad. Pero además nos encontramos con asiento cómodos que tienen mandos intuitivos.

Los asientos traseros cumplen acabadamente con el espacio para tres ocupantes cómodos y con puertas de buen acceso. Eso sí, al tratarse de un vehículo con tercera fila de asientos pueden caber siete pasajeros, pero los que viajen en la última hilera tendrán un dificultoso acceso (como suele pasar en todos estos casos) además de penalizar casi por completo al espacio de guardado en el maletero, transformando a esas plazas como de excepción, para lo cual resultan muy válidas.

Conducción: Su comportamiento es el esperado. Un vehículo potente, que cumple con las expectativas sin transformarse en un deportivo aunque tiene un tacto de dirección como tal. Está bien equilibrado, cumpliendo con la idea de ser un SUV que se comporta como un sedán.

El CX-9 tiene un nuevo motor. Es una unidad de inyección directa de cuatro cilindros turboalimentada de 2.5 litros que está sintonizada para producir 250 hp y 310 lb-ft de torsión y lo acompaña la transmisión automática de seis velocidades con modo Sport y cambio manual. Los modelos exclusivos, como nuestro vehículo de prueba, vienen con tracción total i-ACTIV, una función opcional para otros niveles de equipamiento por encima de la configuración estándar de tracción delantera.

La combinación de motor y transmisión ofrece un funcionamiento ultra suave, con una patada suficiente del turbo para introducir algo de emoción al conducir. El sello distintivo de Mazda es el rendimiento equilibrado, y el CX-9 está a la altura de eso con una suspensión muy ágil.

Las características electrónicas estándar, como el control de estabilidad de balanceo, el control de estabilidad dinámico y el control de tracción, hacen que la conducción sea aún más segura.

En definitiva, la conclusión es que nos encontramos ante un vehículo que, a mi entender, ha cumplido con creces diversos aspectos como pocas veces puedo encontrar en la oferta. A resumir se trata de un auto premium, con altísima calidad enfrascado dentro de una marca generalista, donde sale bien parado en todos los aspectos, desde el diseño, la calidad y la conducción.