Test: Fiat 500L Pop Star

Destacada por su amplio espacio interior y por su generoso nivel de seguridad, la variante familiar del Cinquecento se ofrece en el mercado argentino en una sola versión y a más de $220.000.

Pruebas | conduciendo | 04/08/2014 | Compartir

Un año después de su aparición en el Salón del Automovil de Buenos Aires y pocas semanas más tarde del arribo del modelo al mercado local, en Conduciendo.com tuvimos la oportunidad de sentarnos por unos días detrás del volante del Fiat 500L, la alternativa más espaciosa y confortable de la numerosa familia 500.

Desde el regreso del 500 a la primera plana del mundo automotriz, el nombre Cinquecento se convirtió en sinónimo de un vehículo pequeño; atractivo, simpático, rendidor, distintivo y hasta deportivo si uno se remitía a la opción Abarth; pero siempre con el mote de pequeño incluido. Bueno, esto ya no va más; esta característica quedó obsoleta, o al menos en lo que se refiere al aspecto general, porque la verdad es que el 500L de pequeño no tiene nada.

A simple vista ya se observa que es el más “gordo” de la familia, y sus medidas lo avalan, puesto que acusa 4.15 metros de largo, 1.78 m. de ancho, 1.67 m. de alto y una distancia entre ejes de 2.61 m. Esto se traduce en 60 centímetros más largo, 16 cm más ancho, 18 cm más alto y 31 cm más de distancia entre ejes, todo en relación al 500 convencional. El principal responsable de esto es sin dudas su plataforma, la cual en vez de coincidir con la del pequeño Cinquecento, lo hace con la que utilizan ejemplares como la Fiat Dobló.

Lejos de sólo portar una carrocería más grande, estos números también se manifiestan en el interior; en dónde hay más espacio para las rodillas tanto en la zona delantera como en la trasera. De hecho, la capacidad posterior es sin dudas la más beneficiada, dado que hay lugar para que dos adultos y un niño puedan viajar de manera cómoda. Otro recinto que creció es el baúl, el cual en el resto de los Cinquecento promedia los 185 litros y en este caso es de 343 litros y puede alcanzar un máximo de 1.310 litros gracias a la versatilidad de los asientos de atrás, que son plegables en proporción 60:40 y tienen desplazamiento longitudinal de hasta 12 cm en forma independiente.

Más allá de estas mediciones; son el nombre y la estética retro los atributos que ubican al 500L dentro de la familia 500; puesto que todos los integrantes de la gama disponen de las mismas terminaciones redondeadas, la doble óptica delantera, los picaportes cromados y las llantas con diseño específico. La línea de cintura alta y los parantes pintados en negro ayudan a optimizar la imagen. La posibilidad de que el techo tenga una tonalidad distinta a la carrocería -también es opcional- contribuye de igual manera con la apariencia. Al margen de que a gusto personal esta estructura más “rechoncha” no parece las más agraciada de todas, hay que reconocer que durante los días de test drive fueron varias las miradas que se vieron atraídas al verlo pasar y más de uno ha confesado que le resulta “hermoso”.

Por dentro sucede algo similar, las formas y la buena calidad afortunadamente se repiten tanto en las variantes pequeñas como en la más grande; sin embargo, es el tamaño nuevamente el responsable de las principales diferencias. Ante su condición de monovolumen familiar, en el 500L la postura de manejo es más elevada y se parece más a la de los SUV. El hecho de contar con una columna de dirección que se ajusta de manera vertical y en profundidad, y que las butacas tienen regulaciones manuales ayuda a que cada conductor encuentre su posición adecuada de manera simple.

Párrafo aparte merece la zona vidriada de este modelo. Por un lado está el parante “A” acristalado, que hace que se reduzcan los ángulos de puntos ciegos delanteros al conducir; y por el otro, la existencia de un techo panorámico de vidrio laminado de 1,5 m2 de superficie -es opcional- que se extiende hasta las plazas traseras hace que el habitáculo gane en luminosidad. Pese a que este techo no es retráctil, hay una cortina corrediza que se encarga de bloquear el ingreso de la luz solar y de generar que la cabina no se convierta en un horno en épocas de verano.

El tablero en el color de la carrocería, los tapizados bi-color, la excéntrica forma del freno de manos, la gran cantidad de lugares portaobjetos y las inserciones en aluminio son los detalles que, a nuestro parecer, son los más agraciados. Algunos de los elementos de confort más destacados son las butacas delanteras calefaccionables, el ajuste lumbar eléctrico, el climatizador automático, el encendido de luces y limpiaparabrisas automático, el sensor trasero de estacionamiento, el control de crucero y el volante multifunción. La pantalla delantera táctil y de 5 pulgadas no está mal y se complementa de buena manera con los sistemas multimedia, de entretenimiento y de conexión a través del Bluetooth o el puerto USB; pero la ausencia del navegador nos parece significativa y poco acertada.

Así como pertenecer al segmento de los monovolúmenes familiares provoca que el espacio sea una cualidad fundamental en el 500L, poseer un buen equipamiento de seguridad también lo es; y es por eso que Fiat incluyó luces antiniebla con función cornering, espejo retrovisor electrocrómico, seis airbags, frenos con sistema ABS y distribución electrónica, controles de estabilidad y tracción, ayuda de arranque en pendientes, señalización de frenada de emergencia y anclajes ISOFIX para las sillas de los niños. La versión testeada contaba además con el sistema City Brake Control -es opcional-, el cual en ciudad y a menos de 30 km/h frena automáticamente el auto si detecta que posible choque.

Quedó para el final el análisis de la mecánica. Debajo del capó se ubica un propulsor de 1.4L y 16 válvulas que produce un total de 95 caballos de fuerza y 127 Nm a 4.500 vueltas que se asocia con una caja de seis velocidades. Sin lugar a dudas este motor nos resultó bastante eficiente en ciudad y la última marcha de su transmisión hizo que el viaje fuera del ámbito urbano sea a revoluciones relajadas; aunque la combinación entre su caballaje con sus 1.245 kg de peso no conforman la mejor dupla y por momentos provocaron que la aceleración se vea disminuida, que la respuesta no sea la mejor y que el viaje se torne algo pesado.

Algunos otros aspectos que quedaron sin mencionar a lo largo de la nota y que creemos que son para rescatar son la buena insonorización de la cabina, donde más allá del ruido de rodadura no se siente ningún otro tipo de ruido molesto, y la función City, la cual le permite al conductor elegir si quiere una dirección más suave para realizar maniobras de estacionamiento con mayor facilidad o una más rígida para conseguir una mayor estabilidad a velocidades altas.

En conclusión, el Fiat 500L nos parece un vehículo que pese a su cercano vínculo con la gama 500 tiene sus características propias que lo distinguen del resto y por eso hace que se posicione de buena manera en el abanico de opciones que tiene un potencial comprador interesado en un familiar. Su nivel de equipamiento, en general, es de lo más completo que hay en su rubro y eso lo potencia ante los demás; pero también hay que tener en cuenta que con un valor, al momento del test de $222,500, es el más caro. Cada comprador deberá dirimir entre sus gustos y sus capacidades financieras.