Test: Ford Fiesta S

El modelo entrada de gama, que ahora viene de Brasil, perdió algunos elementos de seguridad y tecnología que lo diferenciaban de sus competidores. Aún así sigue siendo le mejor del segmento.

Pruebas | conduciendo | 30/10/2014 | Compartir

En el primer trimestre de año la gama del Ford Fiesta se dividió en dos. Las versiones entrada de gama (S, S Plus y SE) comenzaron a venir de Camacari (Brasil) para poder bajar algunos costos y así mantener el valor en el mercado. No son muchas las diferencias que hay con respecto a las variantes que siguen llegando desde México pero en esta prueba pude comprobar las desigualdad que hay en la fabricación en serie de ambos paises.

Ya con otros modelos había comprobado que la calidad de construcción de México está por encima a cualquier producto que se desarrolla para el MERCOSUR. También le juega en contra al Fiesta S ser el modelo más económico de la línea porque además de bajar en calidad pierde algunos atributos de su equipamiento. A pesar del cambio, el compacto de Ford sigue siendo un referente en el segmento, dado que la mayoría de sus competidores también son brasileños.

Antes de empezar a describir voy a hacer un pequeño repaso del equipamiento. La versión S viene de serie con doble airbag frontal, frenos ABS+EBD, anclajes Isofix, llantas de acero de 15 pulgadas, levantavidrios eléctricos delanteros y audio con Bluetooth. De esta manera, el brasileño perdió con respecto a su hermano mexicano los airbags laterales, de cortina o de rodilla, los plásticos «soft touch» del interior, los faros antinieblas, las llantas de aleación y los cromados en le diseño exterior. Tiene auxilio temporal. –ver ficha técnica

Aunque haya perdido algo en calidad el modelo sigue siendo el mismo. La postura de manejo es buena porque posee una amplia regulacion en altura y eso le da la posibilidad a todos de encontre la mejor ubicación. Además el volante cuenta con doble regulación. La butaca no es de las más cómodas -por ahí la faltaría un poco más de sujeción y confort- pero está en la media del segmento que proviene del MERCOSUR.

Las plazas traseras siguen con el mismo inconveniente que tenía el modelo mexicano porque su diseño no cambió. A pesar de sus líneas, está bien resuelto el tema de la altura pero sigue penando con el espacio para las piernas que es reducido y más si los de adelante van con los asientos colocados hacia atrás. Tiene cuatro cinturones inerciales y cuatro apoyacabezas.

En cuanto a terminaciones y materiales ha bajado notoriamente su calidad. Hay que tener en cuenta que el estandar de calidad de la construcción mexicana está pensada para abastecer mercados como el de Estados Unidos y sabemos que el desarrollo MERCOSUR es ampliamente inferior. Los plasticos que recubren la plancha de abordo ahora son duros y la calidad de algunas teclas es bastante precario. Lo llamativo es que las condiciones del Fiesta S son similares al estandar de sus competidores. Es decir… el Fiesta de México marca una diferencia notoria con respecto a los modelos del segmento que se comercializan en Argentina.

El instrumental no se diferencia de las variantes tope de gama. Así mantiene dos indicadores grandes en cada lateral (velocidad y cuenta vueltas) y la pantalla en el centro del tablero donde se muestra la información de la computadora de abordo. La consola central pierde la pantalla, pero mantiene el formato del modelo.

La motorización no ha cambiado y sigue siendo la misma. Es decir, el conocido motor naftero de 1.6 litros y 120 cabbalos de potencia que brinda un andar elástico y progresivo. ¿Que quiere decir elástico? Que en la ciudad no habrá que pasar de cambios tan habitualmente porque en todas las marchas tiene la respuesta adecuada. Es especial para el transito en ciudad. Se asocia a una transmisión manual de cinco marchas con cambios precisos.

El confort de marcha en ciudad parece haber mejorado con respecto a su hermano mexicano. El cambio puede ser que se haya dado debido a que posee neumáticos de 15 pulgadas con un perfil más alto y eso hace que las variaciones del terreno se noten menos en el habitáculo. Donde hay que tener cuidado es en los lomos o en las bajadas bruscas porque el Fiesta S sigue siendo «bajito» y muchas veces puede tocar la parte delantera.

Otra de las modificaciones es que el tanque de combustible ha crecido en unos cuatro litros y ahora llega a los 51 litros. El consumo está en los niveles del segmeno con casi nueve litros cada cien kilómetros en el transito en ciudad y poco menos de ocho en la misma distancia pero en la ruta o autopistas.

En conclusión, la llegada del Fiesta S de Brasil ha hecho que la calidad baje con respecto al vehículo mexicano. Lo bueno es que todas estas variantes, que están construídas en la Planta de Camacari, abrieron un abanico de posibilidades para los clientes que buscan al compacto de Ford porque antes sólo se comercializaba los tope de gama.

Es cierto que ha bajado las cualidades de algunos materiales y terminaciones, pero aún así sigue siendo un referente en el segmento porque sus competidores siempre tuvieron esa calidad que ahora criticamos en el Fiesta S. Lamentablemente si queremos un modelo entrada de gama habrá que acostumbrarse a los modelos MERCOSUR y dejar de pretender el estandar de Estados Unidos que se construye en México.

Al momento del test, su valor en el mercado es de $164.467-.